El jueves 18 de junio de 2002, Shiri Negari
salió de su hogar en Gilo, Jerusalén hacía su
trabajo. Ella tenía un trabajo
temporal en un banco, en el cual ella planeaba trabajar hasta el comienzo del
siguiente año académico, cuando empezaría sus estudios
universitarios. Shiri había
perdido el autobús para su trabajo, así que regresó con
Esther, su madre, quien estaba saliendo en ese momento en su automóvil a
dejar al hermano menor de Shiri, Shahar, al colegio. Dejaron a Shiri en el camino y continuaron
con su viaje.
Un terrorista Palestino abordó el
autobús en la parada siguiente, y casi de inmediato detonó una
bomba de alto poder, la cual llevaba en una bolsa repleta con pequeños
pedazos de metal. El autobús,
abarrotado con escolares y trabajadores, fue elevado por los aires. El techo se enrollo hacia atrás igual
que una lata de sardinas. Testigos
oculares describen las escenas terroríficas de esta inmensa
explosión – el humo – los pedazos del autobús – partes de cuerpos
humanos que volaban por todas partes.
El padre de Shiri todavía estaba en casa cuando
escucho que había ocurrido un ataque terrorista contra el bus No. 32 de
la ruta de Gilo. El enseguida comprendió que Shiri probablemente viajaba
en ese autobús y empezó a correr lo más rápido que
podía hacia ese lugar para buscarla.
Cuando llegó al lugar de la explosión, entró en
choque al ver los espectrales residuos del autobús. Estaba muy claro que algo le había
sucedido a su hija. De hecho, Shiri había
sufrido daños internos muy severos, y estaba siendo trasladada en
ambulancia hasta el hospital “Hadassah Ein-Karem”.
Mientras tanto, en camino al colegio de Shahar, la
vista de muchas ambulancias y el sonido de las sirenas alertaron a la madre de
Shiri de que algo andaba mal. Entonces,
al ver una ambulancia con las marcas de “ZAKA”, (una unidad especial voluntaria
que recoge partes de cuerpos humanos productos de ataques terroristas, para
entonces proceder con los entierros religiosos), retrocedió en su
automóvil y regresó al lugar donde había dejado a
Shiri. Entonces recibió en su telefono el mensaje de que Shiri estaba herida e
inmediatamente se dirigió al hospital a encontrarse con su esposo.
Los
paramédicos que atendieron a Shiri en la ambulancia, reportaron
que ella conservaba la calma a pesar de que acababa de pasar por una
experiencia traumática. Ella
estaba consciente de lo que había sucedido y cooperaba con los esfuerzos
que se hacian para mantenerla despierta. Ella dió su información personal con exactitud y
le señaló a los paramédicos donde sentía dolor y
alargó su brazo para que se le pudiera suministrar una infusión
intravenosa. Los paramédicos mantenian a Shiri informada sobre los lugares por los que
pasaban, describiendo sitios familiares en Jerusalén a medida que
viajaban por esta travesía irreal hacía el hospital. Tan pronto llegarón
al hospital, Shiri fue enviada al salón de operaciones, donde los
cirujanos lucharon por detener el sangrado interno causado por la fuerza mortal
de la explosión.
Nosotros, la familia de Shiri, empezamos a reunirnos
fuera de la salón de operaciones, con la
esperanza de que ella pudiera sobrevivir a esta pesadilla, rezando por su
vida. En ese trágico día,
cuando nos llamamos unos a otros después del ataque, (tal como lo hacen
los familiares en Jerusalén en estos tiempos tan locos), para
asegurarnos de que todos estaban a salvo, lo que se nos informó fue la
terrible noticia, “Shiri esta gravemente herida. Shiri esta en el salón de
operaciones. Gracias a Dios de que
todavía está viva...”.
Shiri murio en la mesa de
operaciones. Lo inpensable
había ocurrido. Nuestra Shiri –
esa radiante, bella, bondadosa y feliz niña, ahora estaba muerta. ASESINADA.
Porqué ella de entre todas las personas?!
PORQUÉ?
El pensar en el contraste entre la inocencia, belleza
y bondad de la vida de Shiri y la naturaleza vil, brutal y cruel de su muerte,
es algo horroroso.
Permanecimos en el hospital por un rato,
después de haber recibido la noticia de la muerte de Shiri. Al principio estabamos
muy consternados para movernos.
Después fuimos a ver a Shiri por última vez. Ella estaba tan bonita como siempre, su
rostro casi sin daño alguno – (deberiamos
estar agradecidos por esta pequeña señal de piedad en estos
tiempos tan terribles) – aparte de unas cuantas piezas de esquirlas que
penetraron en su piel. El largo cabello
de Shiri – que se había convertido en un símbolo para todos los
que la conocian, estaba ahora ligeramente quemado,
como resultado del fuego que siguió a la explosión.
Shiri fue sepultada cerca de su abuelo en el
cementerio “Har Hamenuchot”, rodeada de su amorosa familia y muchos amigos.
Shiri era tan especial. Ella parecia
irradiar una calidad espiritual indefinible. Ella poseía una inocencia y
belleza sin compromisos. Desde que era una bebé, magnetizaba a las personas con su
belleza. Nunca se cortó el
cabello, y su trenza larga y rubia se convirtió en un símbolo
personal.
Shiri adoraba reír y hacer que otros rieran con
ella. Le encantaba bailar y sabia como
disfrutar las pequeñas cosas que le brindaba la vida. Ella tenía el don de ver la bondad y
belleza en cada persona que conocia, y mantenia una buena amistad con gran variedad de
personas. Ella encajaba perfectamente
dentro de la animada y alegre atmosfera del hogar en
que creció. Siempre llena de
vida, le encantaba cantar y tocar música. Actriz por naturaleza, frecuentemente
deleitaba a la familia y amigos con improvisaciones espontaneas. Escribia
poesía. Le encantaba nadar. Más que nada, era conocida por sus
altos estandares morales y su lealtad incondicional a
los valores de la educación religiosa que recibió de sus padres.
Shiri se graduó en la secundaria “Pelech”, con
una especialidad en biología y literatura.
Durante su servicio militar, Shiri sirvió como
maestra – soldado y trabajó con jovenes que
desertaban de sus estudios. Se sentaba
con ellos y discutían de los problemas de la vida cotidiana mientras
jugaban backgammon. Este período fue el
primero en su vida en que ella fue realmente separada de su familia y hogar,
desarrollando así su independencia.
La fragil niña religiosa se
convirtió en una joven mujer fuerte e independiente, a pesar de que
todavía parecia una adolescente.
Después de su servicio militar, Shiri
viajó a Sur América.
Escaló montañas, anduvo por caminos agotadores,
navegó por ríos salvajes, montó caballo, práctico
buceo, escaló un volcán activo, aprendió español,
compró muchos regalos para sus amigos y familia, pero lo que más
disfrutó fue conocer tantas
personas de todas partes del mundo.
Shiri firmaba los mensajes de correo electrónico que enviaba a su
casa como “Shiri Negari – Viajera del
Mundo”.
Ella celebró su último cumpleaños
el 5 de Julio de 2001 con su compañeros de
viaje. Shiri cumplió 21.
Cuando se quedó sin dinero, Shiri voló a
Nueva York, en donde encontró trabajo en un restaurante. Ironicamente,
apenas llegó a Nueva York, su familia se
enteró del ataque al WTC, contactándola ansiosamente, temerosos
por su seguridad. En esa ocasión
ella escapó...
Después de unos pocos meses en Nueva York, ella regresó a Sur América y estuvo
algún tiempo viajando por Chile.
Aproximadamente un año después de que
Shiri dejara Israel, ella decidió retornar a casa. Su familia sugirió que quizás
ella debería continuar con su viaje ya que estaban preocupado
sobre la situación de la seguridad en Israel, pero Shiri
extrañaba mucho a su familia, así que empacó sus maletas e
inició el largo viaje de regreso a Jerusalén.
Shiri planeaba empezar en octubre sus estudios en la
Universidad Hebrea de Jerusalén.
Mientras tanto, se ocupó de algunos proyectos personales, como
pintar su habitación, cuidar del jardín y pasar tiempo con su
familia.
El suicida que mató a Shiri en esa maldita
mañana de junio 18 de 2,002, destruyó, de un solo tajo, todas las
promesas que el futuro le tenía deparadas a nuestra Shiri. Nunca más cantara, nunca se casara ni
tendrá hijos. Nunca más
oiremos su risa. Ella se ha ido.
Cuando Shiri viajó con una delegación
escolar al campo de concentración de Auschwitz
en Polonia, ella escribió en su diario de la impresión que
recibió al ver una larga trenza que reposaba allí, tan parecida a
la suya. Es como si Shiri se hubiera
encontrado con miembros de su familia que habían sido asesinados en ese
lugar.
Shiri siempre se había preguntado acerca del
significado de su cabello largo. Pero
allí en el campo, Shiri escribió de cómo ella
veía de que “mi trenza es como un
enlace entre ellos y yo”. Pareciera, que
medio siglo después, judios-israelies totalmente inocentes, son todavía
perseguidos y asesinados a sangre fría.
La batalla por la vida de Shiri está ahora
perdida, pero la lucha para perpetuar su amada memoria acaba de empezar.
Para
conocer más sobre Shiri (más información,
fotografías, archivos sonoros y donación), visite http://www.geocities.com/ShiriNegari